20 años del fallecimiento de Damián de Aoiz (José Iribarren Zugasti, 1927-2000)
José Iribarren, más conocido por su nombre religioso de Damián, nació en Aoiz (Navarra) el 22 de abril de 1927. Fueron sus padres Antonio e Isidora, de los que escribió en clave poética: “Mi padre fue un toro rubio, /mi madre un pájaro blanco/ a mi me hicieron a medias/ mitad piedra y mitad árbol”. En 1938, siendo todavía muy joven, pero a la edad habitual de entonces, ingresa en el seminario capuchino de Alsasua, iniciando así el itinerario formativo que lo conduciría a la profesión religiosa en la Orden capuchina y a la ordenación sacerdotal. Así en 1946 emite la profesión temporal en Sangüesa y la perpetua en 1949 en Pamplona, siendo ordenado sacerdote también en Pamplona el 17 de diciembre de 1950. A continuación la obediencia y la vida lo fueron llevando a distintos conventos de la provincia capuchina de Navarra-Cantabria-Aragón (Logroño, Tudela, Estella, Jaca, Pamplona, Zaragoza), dedicándose al ministerio de la predicación, típico de los capuchinos. En 1957 fue destinado a Zaragoza, donde pasaría gran parte de su vida (hasta 1987), ciertamente la más fecunda, demostrando una especial sensibilidad por el mundo obrero y por el colectivo de los gitanos, que vivía una fuerte exclusión social. En la ciudad imperial fue consiliario de la H.O.A.C. (Hermandad Obrera de Acción Católica), una especie de sindicato obrero católico, desde 1958, y a partir de 1963 de otras dos Hermandades obreras. Para imbuirse mejor de la problemática obrera trabajó como peón, durante tres meses, en “Altos Hornos de Bilbao”. Por esta misma razón durante los veranos de 1960 a 1963 estudió sociología en el Instituto Social León XIII de Madrid. Desde 1972 fue durante algunos años profesor de la Escuela de Aprendices de la RENFE. A consecuencia del Congreso Internacional de los Gitanos (Londres, 1971) centró mucho su actividad en este grupo humano marginado, concretamente en el poblado zaragozano de “Las Graveras”, donde tuvo su propia chabola. Como reconocimiento a su labor social el ayuntamiento de Zaragoza le concedió el premio Cesaraugusta, el 11 de enero de 1979. Desde 1987 y hasta su muerte, que acaeció el 14 de julio del 2000, residió en distintos conventos (San Sebastián, Jaca, Sangüesa, Pamplona), dedicado a las tareas propias del ministerio sacerdotal.
Damián de Aoiz destacó sobre todo como poeta, alcanzando su poesía cotas muy altas de lirismo humano, religioso y místico. Comenzó publicando sus primeras poesías en la revista Vértice (1949), publicación interna del Colegio de teología de los capuchinos de Pamplona que llegó a tener un nivel literario muy alto, reconocido así por los especialistas. También tiene poesías y otros escritos en la revista editada por los capuchinos Verdad y Caridad, en los periódicos de navarra, y en la revista Poesía Española. A lo largo de los años publicó: Rosa viva: romancero franciscano (1956), Esperanza nuestra (1961), Érase una vez Fray Antonio… Romancero franciscano II (1963), Poemas de un mendicante (1973), y Presencia enamorada, poemario con el que consiguió el Premio Internacional del Poesía Religiosa S. Lesmes Abad 1988, que otorga el ayuntamiento de Burgos. Posteriormente publicó Desde mi nada a Ti clamo y estás aquí (1992), Romances y oraciones a San Antonio de Padua (1995), e Imágenes para un paisaje interior. Desde la luz y en el tiempo en este espacio. A Eduardo Chillida, los Hermanos Capuchinos de Navarra-Cantabria-Aragón (1999), obrita publicada, de forma privada, junto con Ignacio Rueda Latasa, como homenaje a Eduardo Chillida, que había diseñado el logotipo del centenario (1900-2000) de la restauración de la provincia capuchina de Navarra-Cantabria-Aragón.
Unos años después de su muerte la poetisa María Socorro Latasa Miranda, pamplonesa afincada en Aoiz, editó varios poemarios que el P. Damián había dejado inéditos. En 2005 vio la luz Desde la luz y el tiempo, antología en la que destacan los poemas dedicados por el poeta a Antonio Machado, Miguel Hernández, al primer beato gitano, Ceferino Giménez Malla, y a su padre (“Romances de un toro rubio”). El año 2006 fue publicada Risa y ternura de unos papeles, conjunto de 43 sonetos que reflexionan sobre los “Caprichos y aguafuertes” de Goya. Finalmente María Socorro Latasa escribió el año 2007 una Aproximación a la obra literaria de Damián Iribarren, que es propiamente un estudio sobre la poesía del P. Damián en el que se citan abundantemente sus poemas.
Imagen tomada de josemariamuruzabal.com
Una faceta artística de Damián de Aoiz que no podemos olvidar fue su afición a la pintura, a la que se dedicó sobre todo en los últimos años. Aunque su formación técnica para esta disciplina plástica fue escasa y no alcanzó las cimas elevadas de su poesía, llegó a exponer sus creaciones en varias salas destinadas a tal finalidad, consiguiendo críticas, en la prensa local, relativamente aceptables. Así expuso sus cuadros en Pamplona (Caja de Ahorros Municipal -1978- y Caja Laboral), Logroño (Caja Provincial de Ahorros), Zaragoza (Casino), Vitoria (Caja de Ahorros, 1985), Tarragona. Iñaki Rodríguez Ruiz, pintor y escultor fallecido el año 2018, se expresaba así en la presentación de una de sus exposiciones (la de Logroño): “Damián Iribarren, viejo poeta loco, buscador incansable de caminos nuevos, caminos para sembrar y regar en su andadura toda la potencia que emana su gran humanidad. Damián ha entrado con el corazón, primero, y la mente después en el arte. En el paisaje árido y seco de la tierra de Nuestra Tierra. Sus pinturas humildes y llenas de hondo sentido poético, praderas inmensas de las tierras de Aragón, Baja Navarra y Rioja, cargadas de soledad y soledad, quedan plasmadas en sus cuadros como una voz sin recuerdo. Paisajes de ricos empastes, de ocres sobre fondos de siena y tierra tocados con brevedad en las manchas previas para cubrir con tonos lumínicos con altura de espátula, esto es sobre soportes oscuros recibiendo estas sucesivas capas bien de pincel o de cuchillo, rasgando la tierra como si de ararla se tratara. Impresionista en la técnica, expresionista en el furor de su interpretación en estos paisajes totalmente inventados… Inventadas las tierras y los caminos inventados para este peregrino que no para de andar”.
José Ángel Echeverría
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