Sevilla
El núcleo original de esta biblioteca está vinculado a la fundación del convento de Capuchinos de Santa Justa y Rufina, en 1627. Diez años más tarde, cuando se constituye la Provincia Capuchina de Andalucía, se establece en este convento la curia provincial.
Desde sus comienzos contó con dos bibliotecas, una conventual y otra provincial, que con gran permeabilidad fueron dando lugar a la unificación de las mismas, por lo que la actual biblioteca tuvo vocación de centralidad prácticamente desde sus orígenes. Dado este carácter, el fondo fue ampliándose a lo largo de la Edad Moderna con ejemplares que quedaban en desuso en los restantes conventos de Andalucía, además de las adquisiciones realizadas por la Curia Provincial y los estudios que se desarrollaban en el convento. Esta dinámica de crecimiento se mantuvo hasta la exclaustración, en 1834.
Como consecuencia de la desamortización se produjo la división del fondo, entre aquellos ejemplares que terminaron en la biblioteca de la Universidad de Sevilla y otro conjunto que se vio sometido al saqueo y la dispersión.
Fueron estos últimos volúmenes los que tras un minucioso proceso de recuperación, auspiciado por fray Ambrosio de Valencina, conformaron el núcleo originario de la actual biblioteca. El insigne capuchino logró la recuperación de un importante fondo, adquiriendo los ejemplares que identificaba a través de los sellos de conventos andaluces existentes en los mismos.
Esta dinámica iniciada por Valencina devolvió al fondo su carácter de biblioteca central, lo que se tradujo en un proceso de acrecentamiento, especialmente en lo que a libro antiguo se refiere, ya no sólo a través de las transferencias recibidas de otros conventos de la antigua provincia, sino también mediante la adquisición de bibliotecas de valor singular. Ejemplo de ello fue la adquisición, en 1921, del Marqués de San Gil que, entre otras obras de gran valor, contenía la Biblia Complutense, la de Arias Montano y la de Santos Pagnini.