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Anselmo de Legarda (Francisco Bacáicoa Sanz, 1913-1991)

Francisco Bacáicoa nació en Legarda (Navarra), pequeña localidad ubicada en las estribaciones de la vertiente sur de la Sierra del Perdón, el año 1913. Los primeros años de su formación escolar los realizó en su pueblo, ingresando en 1925 en el seminario capuchino de Alsasua, donde cursó las llamadas “humanidades”, algo similar al bachillerato. El 12 de agosto de 1930 inició el noviciado en Sangüesa, emitiendo la profesión temporal el 15 de agosto del año siguiente, con el nombre de Anselmo de Legarda. Los cursos de filosofía los llevó a cabo en Hondarribia y Estella, entre 1931 y 1934, pasando seguidamente a Pamplona para el estudio de las materias teológicas, de 1934 a 1937. El 8 de septiembre de 1934 emitió sus votos perpetuos en Pamplona, y en 1937, por causa de la Guerra Civil que seguía su dramático curso, quedó alistado en el ejército en el Regimiento Montaña Sicilia, pudiendo prestar su servicio en el Hospital de sangre Emilio Mola, ubicado en el Colegio de los capuchinos de Lecároz, lo que le permitió terminar sus estudios teológicos. Obtuvo el licenciamiento del ejército en junio de 1939, y ese mismo mes, el 24 de junio, fue ordenado sacerdote en Pamplona.

Anselmo de Legarda fue destinado, en junio de 1939, como profesor, al Colegio de Lecároz, donde muy pronto se vio la conveniencia, dadas sus aptitudes intelectuales, de que cursara estudios superiores universitarios. Para ello se examinó de bachiller en la Universidad de Valladolid, obteniendo el título correspondiente el 15 de enero de 1941. Ese mismo año, el 22 de noviembre, se inscribió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid, donde obtuvo el diploma de licenciado, sección Filología clásica, el 15 de noviembre de 1945. Desde 1945 compaginó las clases en el Colegio de Lecároz con la elaboración de su tesis doctoral, titulada “Lo vizcaíno en la literatura castellana. Para la redacción de dicha tesis se enfrascó en la consulta de célebres bibliotecas, como la de Menéndez Pelayo y la de la Diputación de Vizcaya, siempre bajo la dirección de su director, D. Joaquín Entrambasaguas y Peña. El P. Anselmo defendió su tesis el mes de mayo de 1952, obteniendo la calificación de sobresaliente. Al año siguiente el estudio fue publicado por la Biblioteca Vascongada de los Amigos del País. La crítica literaria alabó la minuciosidad y exhaustividad de la investigación, así como la agilidad y fluidez del lenguaje. El trabajo aportaba datos nuevos no solo para la historia de la literatura, sino también para la historia social y de las mentalidades.

En 1964 el P. Anselmo fue destinado al convento de San Antonio de Zaragoza como profesor de literatura de los estudiantes capuchinos de filosofía y como censor de la revista El Mensajero de San Antonio. Allí residió hasta 1974, dedicado a las actividades aludidas y en gran parte al ministerio sacerdotal. La última etapa de su vida, desde 1974 hasta 1991, año en que ingresó en la Enfermería provincial de Pamplona aquejado de un tumor canceroso, transcurrió en el convento de San Sebastián, dedicado al estudio, la investigación y al ejercicio de su sacerdocio. El P. Anselmo murió el 25 de junio de 1991.

La producción bibliográfica del P. Anselmo de Legarda no es muy extensa, pero sí de gran calado y calidad. Sus estudios son profundos, minuciosos y siempre fundados en fuentes fehacientes. Nada se deja a la imaginación o la fantasía, sino que es fruto de un trabajo metódico y constante. Como se puede apreciar en su obra científica y literaria los núcleos temáticos en torno a los que giran sus trabajos son fundamentalmente tres.

1.- Artículos relacionados estrechamente con el tema de su tesis: lo vizcaíno, y también lo vasco, en la literatura castellana. En este sentido dedicó estudios a algunos “reflejos” literarios de San Francisco Javier, a los “rasgos” vizcaínos de San Ignacio, al mismo tema en Fray Diego de Estella, a las primicias del vascuence impreso en el Marqués de Santillana, a la primera frase vasca impresa en Torres Naharro (1513), a Moratín y lo vasco, a los latidos religiosos del Romancero, a los vestigios clásicos en San Lorenzo de Brindis, a Navarra en el teatro de Tirso de Molina, a lo “franciscano” en el teatro del mismo autor, a las huellas de San Francisco (de Asís) en la literatura castellana, a la poesía primitiva de la Divina Pastora, a los recuerdos de Navarra en Fernán Caballero, a Navarra en la obra de Eduardo Marquina, a las referencias musicales en el teatro de Tirso de Molina, al licenciado D. Juan de Beriáin, abad de Uterga y escritor vasco, etc.

2.- Estudios sobre dos capuchinos contemporáneos, grandes predicadores, de la segunda mitad del siglo XVIII, el siglo de las luces: el P. Miguel de Santander, obispo auxiliar de Zaragoza durante la ocupación francesa, considerado afrancesado por colaboracionista con el francés invasor, y el beato Diego José de Cádiz, tildado por la historiografía española como uno de los representantes más destacados y conspicuos del pensamiento reaccionario español, enemigo acérrimo y confeso del pensamiento filosófico procedente de los ilustrados franceses. El P. Anselmo dedicó varios estudios al beato Diego José de Cádiz intentando levantar de su tumba la pesada e inamovible losa de “reaccionario” que pesa sobre él, situando al personaje en su contexto eclesial y en su realidad como predicador vehemente y apasionado, no como filósofo o pensador, que no lo era. Así estudia la presencia del beato en Zaragoza y su disputa con Lorenzo Normante, caso que fue llevado ante el consejo de Castilla, la acusación que hizo el beato de un economista al Santo Oficio, etc. En relación con el P. Santander el P. Anselmo escribió varios artículos sobre la diócesis de Zaragoza durante los años en que éste fue obispo auxiliar, tanto antes como durante la ocupación francesa, extendiendo su interés a los religiosos (exclaustrados en 1809) y a las monjas durante esos años. Fruto de esas investigaciones fue un volumen titulado “El Obispo Fray Miguel de Santander (1802-1816)”, terminado para 1973, pero que quedó inédito porque ninguna editorial se arriesgó a publicarlo.

3.- Un tercer bloque de escritos fueron de carácter pastoral religioso. Se trata sobre todo de los pequeños artículos (392) escritos en la revista de divulgación religiosa El Mensajero de San Antonio entre 1967 y 1988. Además dejó inédito un gran bloque de homilías para los tres ciclos litúrgicos, que compuso en Zaragoza para la misa radiada destinada a los enfermos. Igualmente quedó inédita una obra titulada “Breviario Eucarístico”, terminada en 1973, que consiste en reflexiones y meditaciones sobre la Eucaristía enriquecidas con las opiniones de reconocidos teólogos (Y.-M.-J. Congar, J. A. Jungmann, A.-G. Martimort, R. Guardini, L. Cerfaux).

                                                                                  José Ángel Echeverría

 

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