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Eulogio Zudaire Huarte (Crisanto de Iturgoyen, 1915-1991)

Eulogio nació en Iturgoyen, pequeña localidad del valle de Guesálaz (Navarra), el 21 de enero de 1915. Fueron sus padres Urbano y Teodora, que alumbraron varios hijos, algunos de ellos también religiosos. Cursó las primeras letras en Eraul y Lezáun, de 1921 a 1926, siguiendo a su padre, que regentó como maestro la escuela nacional de esos pueblos. En 1926 ingresó en el seminario capuchino de Alsasua, donde realizó parte de los estudios secundarios, iniciando posteriormente el noviciado en Sangüesa en agosto de 1931. Allí emitió los votos temporales el 15 de agosto de 1932, adoptando el nombre religioso de Crisanto de Iturgoyen. De 1932 a 1935 estudió la filosofía en Fuenterrabía, y a partir de 1935 la teología en Pamplona. Pero en 1936, a causa del estallido de la Guerra Civil, tuvo que incorporarse a filas como muchos de sus compañeros. Sus superiores consiguieron de las autoridades militares que varios estudiantes de teología prestaran su servicio militar como sanitarios en el hospital de sangre, denominado “General Mola”, instalado en el Colegio de Lecároz, lo que les permitió continuar los estudios sin perder ningún curso. De ese modo fray Crisanto pudo ordenarse sacerdote en Pamplona el 9 de abril de 1939, de manos del obispo capuchino Joaquín Olaiz y Zabalza, que había sido vicario apostólico de Guam.

En junio de 1939 el padre Crisanto fue destinado como profesor al Colegio de Lecároz, donde permanecería toda su vida, excepto los periodos dedicados a sus estudios e investigaciones. Muy pronto, por necesidad del Colegio, se inscribió en los cursos de Comercio por correspondencia de San Sebastián, obteniendo en 1942 el diploma en la especialidad de Teneduría de Libros. Así mismo al año siguiente (1943) conseguía el título de bachiller por la Universidad de Sevilla, lo que le permitió acceder a la universidad. A continuación frecuentó la Escuela de Altos Estudios Mercantiles de Barcelona, donde le otorgaron el título de Profesor Mercantil en 1944. En la capital del Principado de Cataluña se matriculó en la carrera de Filosofía y Letras, Sección de Historia, licenciándose brillantemente en 1948. Ello le valió ser contratado, durante un tiempo, como profesor ayudante de la Universidad de Barcelona, donde le ofrecieron realizar su tesis doctoral sobre la Revolución Catalana de 1640, investigación que tuvo que compaginar con la docencia en el Colegio de Lecároz. Por este motivo, y por la necesidad de investigar en distintos archivos (sobre todo de París, Perpiñán, Madrid y Simancas) la elaboración de la tesis se demoró más tiempo del previsto. Pero finalmente, el padre Crisanto, con gran tesón y dedicación, pudo presentar su tesis en la Universidad de Madrid, en 1958, con el título “Política del Conde Duque de Sanlúcar en Cataluña”. El estudio fue elogiado por su originalidad y calificado con la nota de sobresaliente, concediéndosele más adelante el premio extraordinario. Finalmente, después de muchas diligencias, la tesis fue publicada en 1964 por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid.

Todavía en 1959, para ser más útil al Colegio, obtuvo el Diploma Superior de Estudios Franceses Modernos en la Escuela Práctica de la Lengua Francesa de París. De esa forma, además del francés y del latín y griego, dominó también el inglés, el alemán y el portugués. Durante los largos lustros transcurridos en Lecároz se dedicó a la investigación histórica, como lo acredita su vasta bibliografía (24 estudios monográficos y 57 artículos), y no menos a la docencia, debiendo impartir materias que no encajaban propiamente en su especialidad, tales como lengua, literatura, latín, etc. Por otra parte en el Colegio, junto con otros profesores, fue un elemento dinamizador importante de la vida colegial: promovió los viajes de estudios como complemento al estudio de la historia, del arte, y de la cultura, primero dentro de España y posteriormente a países de Europa como Francia, Italia y Grecia. Del mismo modo fue un gran impulsor de la revista Lecároz, que trataba de mantener vivo el vínculo de unión de las familias de los alumnos y de los excolegiales con Lecároz. Y cuando se construyó el nuevo Colegio (a partir de 1966) visitó varios internados, sobre todo los de los capuchinos de Suiza, para tomar de ellos inspiración para el centro educativo que se estaba proyectando con perspectivas pedagógicas más modernas. El informe elaborado con este motivo por el padre Eulogio fue publicado en la revista Enseñanza Media del Ministerio de Educación.

Su labor como investigador lo llevó a participar en numerosos congresos y coloquios internacionales. Algunos de los más significativos fueron el de Lima y Cuzco, en 1980, que se centró en la rebelión de Túpac Amaru, y el Congreso Calderoniano de Madrid, de 1981, donde presentó un estudio sobre un impreso, “Conclusión defendida por un soldado del campo de Tarragona”, demostrando que su autor era Pedro Calderón de la Barca. Así mismo el 23 de junio de 1978 fue elegido miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia, a propuesta de los académicos de número Julio Caro Baroja, Antonio Rumeu de Armas y José María Lacarra y De Miguel. Más adelante, a petición de la Asociación de Excolegiales del Colegio de Lecároz y del Ayuntamiento del Valle del Baztán, por los estudios históricos realizados sobre el Valle (fundamentalmente sobre los derechos históricos sobre Quinto Real), el Rey Juan Carlos I le otorgó la Encomienda de Alfonso X el Sabio, con fecha de 5 de enero de 1982. Y el 21 de abril de 1989 era el Ayuntamiento y Universidad del Valle del Baztán el que lo nombraba hijo adoptivo. Por otra parte el 7 de diciembre de 1984 había sido elegido miembro honorario del Instituto Nacional de Estudios Túpac Amaru de Perú.

Desde 1985 su salud se vio afectada por un cáncer de laringe que mermó notablemente, aunque no de modo absoluto, su actividad como investigador y escritor. La muerte le sobrevino por este motivo el 2 de enero de 1991.

Se puede muy bien afirmar que la investigación histórica del padre Eulogio se articula en torno a cuatro ejes fundamentales. El primero de ellos es el que se refiere al tema de su tesis doctoral: la rebelión catalana de 1640. El segundo gira alrededor del Valle del Baztán y lugares próximos: monasterio de Urdax, facerías, ferrerías, privilegios del Valle. Otro grupo importante de estudios, tanto monografías como artículos, tiene por objeto los virreyes navarros de las colonias americanas, algunos oriundos del Valle del Baztán, y temas relacionados  directamente con ellos. La Diputación Foral de Navarra becó al padre Eulogio, a finales de los años sesenta del siglo pasado, para que estudiara a estos personajes en los archivos de los distintos países americanos (sobre todo Colombia, Perú, Venezuela, Chile) y en el imprescindible Archivo de Indias de Sevilla. Muchas de esas biografías fueron publicadas por la misma Diputación en la colección “Navarra, temas de cultura popular”. Destaca entre esas biografías políticas la de Agustín de Jáuregui y Aldecoa, gobernador y capitán general del Reino de Chile y virrey interino de Perú, publicada en dos volúmenes por la Diputación Foral en los años 1978-1979. Al momento de la muerte del P. Eulogio estaba preparada para la imprenta la biografía, también en dos volúmenes, de Manuel de Guirior, pamplonés, que fue virrey de Nueva Granada y de Perú. Por causas poco comprensibles y justificables la institución Príncipe de Viana, del Gobierno de Navarra, no consideró oportuno publicar dicha obra hace pocos años. Pero a finales del año 2020 ha visto la luz, editado por la Provincia de capuchinos de España, el primer volumen, dedicado al virreinato de Nueva Granada, y en breve aparecerá el segundo, que se ocupa del virreinato de Perú. Un cuarto haz de estudios tuvo como temas de investigación cuestiones capuchinas relacionadas con la Provincia religiosa de Navarra, a la que pertenecía el padre Eulogio. Así nos encontramos con la historia de la viceprovincia capuchina de Ecuador, asignada a los capuchinos navarros, y con la historia de la provincia capuchina de Bogotá, en su época virreinal, donde se ubicaba en parte la antigua misión de Maracaibo. Dentro de este grupo de estudios el P. Eulogio escribió la historia del Colegio de Lecároz cuando se cumplió el primer centenario de su historia, y artículos sobre Tiburcio de Redín (Fray Francisco de Pamplona) y el P. Miguel de Pamplona, que fue obispo de Arequipa a finales del siglo XVIII, así como sobre el P. Joaquín Mª de Llevaneras, fundador de Lecároz, y sobre el P. José Antonio de San Sebastián (P. Donostia), reputado compositor, músico e investigador del folklore vasco. Además redactó varias voces sobre capuchinos navarros en la Enciclopedia General de Navarra.

El P. Eulogio se fijó también en otros temas difíciles de clasificar, pero que nos hablan de su sensibilidad humana y religiosa. En este sentido su primera publicación, que data de 1950, se refiere a los sacerdotes obreros de París, denominados por él de “Quijotes a lo divino”, movimiento muy discutido y polémico dentro de la Iglesia preconciliar. Por otra parte, en sus años jóvenes, tradujo varias obras del francés al castellano: algún volumen de la historia de la Iglesia de A. Fliche-V. Martín y la Introducción al Antiguo y Nuevo Testamento de J. E. Steinmueller. El estilo de su prosa es clásico y muy culto, al mismo tiempo que original, demostrando una riqueza de vocabulario inigualable.

                                                                                                          José Ángel Echeverría

 
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