Lázaro Iriarte (Lázaro de Aspurz, 1913-1997)

            Lázaro Iriarte o Lázaro Iriarte de Aspurz fueron los nombres con los que más se conoció a Romualdo Iriarte Iturri, nacido en Aspurz, valle de Salazar (Navarra), el 31 de julio de 1913[1]. En 1926, cuando contaba trece años, y después de haber frecuentado la escuela del pueblo, ingresó en el seminario de los capuchinos de Alsasua (Navarra), donde permaneció cinco años estudiando “humanidades”, correspondientes en gran parte al bachillerato civil. A continuación, el 12 de agosto de 1931, inició el noviciado en Sangüesa, emitiendo los votos temporales el 15 de agosto del año siguiente. Seguidamente, en 1932, comenzó el estudio de la filosofía en Fuenterrabía, que se prolongó hasta 1935, año en que pasó a estudiar el currículo teológico en el convento de Pamplona extramuros, donde tenía su sede el Colegio de teología. En Pamplona hizo su profesión perpetua el 18 de diciembre de 1937, y finalmente recibió la ordenación sacerdotal el 9 de abril de 1939, de manos del obispo capuchino dimisionario de Guam, Mons. Joaquín Olaiz y Zabalza.

            Una vez completados los estudios y ordenado sacerdote, el P. Lázaro fue enviado en 1939 por sus superiores a la Universidad Gregoriana de Roma para cursar la licenciatura y el doctorado en la Facultad de Historia Eclesiástica. El 30 de junio de 1942 leía públicamente su tesis de doctorado titulada La aportación extranjera a las misiones españolas del patronato regio, sugerida y dirigida por el P. Pedro de Leturia Mendía, jesuita, que había sido uno de los fundadores de la Facultad en 1932. La tesis, que consiguió las máximas calificaciones (suma cum laude), y posteriormente la medalla de oro de la Universidad, fue publicada en 1946 en Madrid por la editorial Consejo de la Hispanidad.

            Vuelto a España el P. Lázaro fue destinado como profesor de historia de la Iglesia al Colegio de teología, donde también enseñó otras disciplinas como patrología, metodología y franciscanismo (historia y espiritualidad franciscanas). Durante el tiempo de su permanencia en Pamplona (1942-1963) fue durante varios trienios director del Colegio y definidor (consejero) provincial. Un discípulo suyo, que después fue también compañero y profesor de historia de la Iglesia en el mismo Colegio, el P. Tarsicio de Azcona (+ 21 mayo 2022), reconocido historiador del reinado de los Reyes Católicos, habla sobre esta etapa del P. Lázaro en una entrevista que aparecerá con carácter póstumo en Anuario de Historia de la Iglesia (2023), con el título Conversación con Tarsicio de Azcona, capuchino, en Pamplona Extramuros. Sus palabras son significativas, por eso las citamos: “Fue un formador providencial el P. Lázaro de Aspurz, que además de la enseñanza de la historia, fue renovando con inspiración la vida del teologado a base de unos grupos llamados «academias». En ellos se descubrían las aficiones personales. Se abrieron puertas a la literatura, la poesía, el arte, la música y la declamación. El teologado elevó su nivel espiritual y cultural pluridisciplinar, viviendo día a día los problemas eclesiales inherentes”. En 1963 el P. Lázaro fue nombrado maestro de novicios, cargo en el que permaneció durante dos años, pues en 1965 fue destinado por el ministro general a Roma, como rector del Colegio internacional, iniciando así otra etapa muy fecunda de su vida y actividad.

            En Roma fue rector del Colegio ya citado de 1965 a 1970, posteriormente definidor general (1970-1976), delegado general para las clarisas capuchinas y otros institutos agregados a la Orden capuchina, y consultor de la Congregación romana para las Causas de los Santos (1984-1994). Fue también uno de los creadores del Instituto Franciscano de Espiritualidad, agregado a la actual Pontificia Universidad Antonianum, cuyo primer curso fue el de 1970-1971. En dicho centro fue profesor de historia de la Orden franciscana y de espiritualidad franciscana sistemática. Escribió numerosas obras de historia y espiritualidad, entre las que destacaron la Historia Franciscana (Editorial Asís, Valencia 1979), traducida a varias lenguas europeas, y Vocación franciscana (Centro de Propaganda, Madrid 1971), también traducida a distintas lenguas en numerosas ediciones.

            El P. Lázaro, además de su actividad como escritor y publicista de temas de historia y espiritualidad franciscanas, se dedicó de lleno al ministerio sacerdotal, tanto en Pamplona como en Roma, fundamentalmente a la predicación de ejercicios espirituales a comunidades de religiosos y religiosas y a impartir cursos de historia y espiritualidad franciscanas. Además acompañó espiritualmente a muchas religiosas y a numerosos religiosos y sacerdotes.

            El P. Lázaro falleció en Frascati (Italia) a consecuencia de un ictus cerebral el 10 de diciembre de 1997. A continuación de sus funerales, que fueron muy concurridos, fue enterrado en el panteón de los capuchinos del campo santo del Verano, cabe la vía Tiburtina y la basílica paleocristiana de San Lorenzo extramuros de Roma.

            No resulta fácil resumir la vastísima producción bibliográfica del P. Lázaro Iriarte, que en la bibliografía de la Provincia de Navarra-Cantabria-Aragón alcanza la cifra de 165 entradas en la sección de monografías, y de 184 entradas en la sección de artículos en publicaciones seriadas, revistas y obras en colaboración[2]. Con todo indicaré de forma muy general, sin pretender ser exhaustivo, algunos bloques temáticos de su bibliografía y algunas obras más importantes, cuya descripción bibliográfica se puede ver con más detalle en el repertorio bibliográfico de la Provincia capuchina de Navarra ya citado, digitalizado en la Biblioteca Digital Capuchina.

1.- En sus primeros años como investigador, siguiendo el filón de su tesis doctoral, dedicó estudios a temas misionales, publicados varios de ellos en las revistas Missionalia Hispanica, Estudios Franciscanos y en las Semanas Misionales de Burgos.

2.- Muchos de sus trabajos tuvieron como objeto su provincia religiosa y algunos de sus personajes. Así coordinó la obra conmemorativa del cincuentenario de la erección de la Provincia de Navarra-Cantabria-Aragón, titulada Fecunda Parens (1950). Importante fue también la biografía de Tiburcio de Redín (Fray Francisco de Pamplona), que condujo las primeras expediciones de capuchinos a África y América en el siglo XVII, obra que recibió el premio de la Biblioteca Olave de 1950, publicada por Espasa-Calpe en 1951. Destaca también la biografía del P. Esteban de Adoáin, necesaria para su proceso de canonización, que fue misionero eminente en varios países de América (Venezuela, Cuba, Guatemala, El Salvador) en el siglo XIX, de la que se hicieron dos ediciones (1980, 1985). Por otra parte es preciso señalar que escribió la historia de una de las misiones de la Provincia, en concreto la de la Misión de Aguarico (1980).

3.- Sus obras más conocidas, traducidas a las distintas lenguas europeas, incluso a las eslavas, son Historia Franciscana (Valencia 1979), y Vocación franciscana (Madrid 1971). En realidad Historia Franciscana había sido publicada en el temprano 1954 con el título Manual de Historia Franciscana. Entre las traducciones de esta obra sobresale la segunda edición italiana (Roma 1994), muy actualizada en la bibliografía y en sus apéndices. Se trata de la edición de referencia actual. Historia franciscana sigue siendo todavía una obra válida y de referencia para el estudio de la historia de la Orden franciscana, pues ninguna otra abarca con carácter sintético todo el arco del tiempo hasta la actualidad. La mayor parte de las historias de la Orden se cierran con la bula Ite vos de 1517 y con un apéndice sobre los capuchinos, cuya reforma tuvo inicio entre 1525 y 1528. De la obra Vocación franciscana se puede ver la bibliografía para comprobar las traducciones y ediciones hasta años recientes.

4.- Otro bloque importante de estudios se refiere a las Constituciones renovadas de los capuchinos de 1968. Fueron muchas las charlas y semanas que el P. Lázaro dedicó a este tema, como también a los primeros Consejos Plenarios de la Orden, publicadas en revistas internas de las distintas provincias capuchinas, sobre todo italianas y de lengua española. Temas como la pobreza, la vida de penitencia, el gobierno de la Orden, el binomio fraternidad-obediencia, fueron algunos de los que centraron el interés del P. Lázaro. Por otra parte también dedicó estudios a la espiritualidad capuchina y escribió algunas introducciones y subsidios para las fuentes capuchinas, publicadas en italiano por el P. Costanzo Cargnoni, con el título I Frati cappuccini (Peruggia 1988).

5.- La espiritualidad de san Francisco y santa Clara fue seguramente el filón más importante de los estudios y escritos del P. Lázaro Iriarte. En primer lugar participó con alguna traducción y con diversas introducciones en la publicación de los escritos y biografías de san Francisco editados por la BAC (Madrid 1978), edición dirigida por José Antonio Guerra. Con anterioridad el P. Lázaro había publicado la obra Letra y espíritu de la Regla de Santa Clara (Valencia 1975), obra traducida a varias lenguas y con diversas ediciones. Más tarde publicó los escritos de san Francisco y santa Clara (Valencia 1981), con muy buena acogida y varias ediciones (1983, 1992). Los numerosos artículos (conferencias, charlas, temas de formación) sobre la espiritualidad franciscana y clariana, que es imposible sintetizar, se pueden ver en su bibliografía completa. Se publicaron en las revistas franciscanas conocidas en la Orden franciscana.

6.-  Un haz de estudios muy vasto se refiere a las capuchinas, sobre todo al estudio de sus Constituciones renovadas, renovación dirigida por él mismo cuando era asistente general para las capuchinas, y a algunas de sus figuras más emblemáticas, adornadas con los carismas místicos más elevados. Destacan entre sus trabajos los dedicados a santa Verónica Giuliani, de cuya experiencia mística el P. Lázaro era uno de los mayores especialistas. Sobre ella publicó varios volúmenes de su Diario, con sus introducciones, y organizó un congreso internacional en 1982, celebrado en Roma en el Pontificio Ateneo Antonianum, hoy Pontificia Universidad Antonianum. En España publicó en la BAC (1991) una antología de textos de santa Verónica. El P. Lázaro fue un adalid y abanderado, aunque por otra parte promotor prudente, del doctorado de santa Verónica, que todavía es un “tesoro místico escondido”. Otra figura a la que dedicó muchos estudios fue a la Beata María Ángela Astorch, escritora y mística capuchina del siglo XVII, beatificada en 1982, de la que escribió la biografía (1982) y publicó en la BAC sus escritos (1985), que merecen una alta consideración por su valor místico y literario. El P. Lázaro también dedicó biografías a la beata Florida Cevoli, discípula de santa Verónica, a la venerable Ángela Margarita Serafina Prat, fundadora del monasterio de Barcelona, el primero de las capuchinas en España, y a María Costanza Panas. De singular relieve fue también la publicación de la historia sintética de las capuchinas, titulada Las capuchinas: pasado y presente (Sevilla 1996), que pronto se tradujo al italiano (1997).

7.- Un grupo interesante de publicaciones del P. Lázaro tiene que ver con otras congregaciones y fundadoras. En algunas ocasiones estas congregaciones le encargaban estos estudios. Así escribió la historia de la congregación de las Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia (1985). En este sentido también escribió sobre la Madre Francisca Rubato, fundadora de las Capuchinas de Madre Rubato, sobre Rosa Gattorno, fundadora de las Hijas de Santa Ana, sobre Juana Francisca del Espíritu Santo, fundadora de las Hijas Misioneras Franciscanas del Verbo Encarnado, y sobre Vincenzo Gargiulo, fundador de las Hermanas Franciscanas Alcantarinas.

8.- Entre los escritos del P. Lázaro no faltan numerosas colaboraciones en enciclopedias y diccionarios: Enciclopedia de Orientación Bibliográfica, Diccionario de Historia Eclesiástica de España, Gran Enciclopedia Rialp, Dizionario Francescano di Spiritualità, Dictionnaire de Spiritualité, Dizionario Francescano, sección de los Místicos Franciscanos.

                                                                                                         José Ángel Echeverría