Luis Amigó y Ferrer
José María Amigó y Ferrer nació en Masamagrell (Valencia) el 17 de octubre de 1854. La celebración de los 170 años de su nacimiento y los 90 de su fallecimiento nos ofrece la oportunidad de recordar la figura y la obra de este insigne hermano, alumno preclaro de la provincia capuchina de la Preciosísima Sangre de Cristo de Valencia. Nos ha dejado una Autobiografía en la que narra el desarrollo de su vida como capuchino, comisario de la Tercera Orden, fundador de dos congregaciones religiosas y obispo de Solsona y de Segorbe.
Desde sus primeros años manifestó su inclinación al sacerdocio. Cursó las humanidades y filosofía en el seminario conciliar de Valencia. La vocación religiosa floreció en él gracias a la educación recibida en su casa paterna y en los centros escolares a los que asistió, así como a las asociaciones religiosas a las que perteneció, entre ellas la Tercera Orden. En un primer momento se sintió llamado a la Cartuja, pero sus consejeros espirituales le orientaron a la Orden Capuchina, por lo que en 1874 se dirigió al convento que los capuchinos españoles tenían en Bayona (Francia). Allí vistió el hábito el 12 de abril de 1874 con el nombre de Fray Luis de Masamagrell, profesando el 18 del mismo mes del año siguiente. En aquel convento continuó dos años más, estudiando Sagrada Teología.
En su Autobiografía refleja los acontecimientos que hicieron posible el regreso de los capuchinos a la patria. Fue uno de los nueve primeros que, en el invierno de 1877, regresaron a España después de la exclaustración, para reabrir el convento de Antequera (Málaga). Allí emitió su profesión solemne el 21 de abril de 1878. Dos años residió en dicho ciudad, hasta que fue destinado a Montehano (Santander), a un antiguo convento de Observantes. Allí fue ordenado presbítero el 29 de marzo de 1879, iniciando la actividad que marcó su existencia: la predicación popular, la atención a los encarcelados y la pastoral de juventud.
Fue nombrado vicemaestro de novicios en 1881, a los veintiséis años de edad, así como comisario de la Venerable Orden Tercera, y definidor provincial de los capuchinos españoles en 1885. Ese mismo año fue nombrado guardián del convento de Masamagrell. Desde 1889, durante tres trienios consecutivos, fue definidor de la provincia capuchina de Toledo, y en 1898 fue nombrado primer ministro provincial de la restaurada provincia capuchina de Valencia. Posteriormente fue elegido definidor provincial y guardián del convento de Orihuela. Allí le llegó el nombramiento episcopal.
La fundación de sus dos congregaciones religiosas está ligada a su labor como director de la Tercera Orden. Así escribe en su Autobiografía: «El progreso siempre creciente de la Tercera Orden seglar y el deseo de mayor perfección de algunas almas que querían consagrarse a Dios» le llevó a la fundación de las Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia en 1885, cuando apenas tenía treinta años de edad. Cuatro años más tarde, en 1889, fundaba a los Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores. En ambos casos, las primeras religiosas y religiosos procedían de la Tercera Orden. A sus religiosas las destina a que se dediquen «al socorro de las necesidades corporales y espirituales de sus prójimos en los Hospitales, Asilos y, particularmente, Orfelinatos». Y a sus religiosos les exhorta a que «comuniquen a sus prójimos los incendios del amor de Dios, y estén más dispuestos a servirles en la enseñanza y moralización de los acogidos en las Escuelas de Reforma y Correccionales». La acción misericordiosa, tan característica de la Tercera Orden, le lleva a infundir en sus congregaciones la colaboración a la reforma de los individuos y de la sociedad. Al papa san Pío X le escribió diciéndole que había fundado dos congregaciones de la Tercera Orden de los Capuchinos «a fin de que los religiosos y religiosas de ambos Institutos, llenos de celo, reformasen en el aspecto natural y sobrenatural a los jóvenes desviados del camino del bien, renovándolos en Cristo con todos los medios».
En abril de 1907 recibió una carta de la Nunciatura Apostólica proponiéndole el episcopado. Fue consagrado en Madrid el 9 de junio de 1907. En agosto de dicho año hizo su entrada en el obispado de Solsona (Lérida) como Administrador Apostólico. Seis años más tarde, el 18 de julio de 1913, fue nombrado obispo de Segorbe (Castellón). En ambas diócesis su ministerio pastoral estuvo caracterizado por la entrega y el servicio, de acuerdo con su lema episcopal: Animam meam pono pro ovibus meis. Su labor estuvo también orientada por la misma preocupación que distinguió el pontificado de san Pío X: «Instaurar todas las cosas en Cristo» (Ef 1,10).
A los ochenta años de edad, el 1 de octubre de 1934, falleció en Godella (Valencia), en la casa-madre de sus Terciarios Capuchinos. Sus restos mortales descansan en la iglesia de sus Terciarias Capuchinas de Masamagrell. Su proceso de beatificación se inició en 1950. En 1992 fue declarado Venerable.
En el Epílogo a la Autobiografía del P. Luis escribió Fr. Juan Bautista de Ardales: «La Patria tiene contraída una deuda de gratitud con este preclaro español, que con sus Reformatorios ha salvado y salvará a millares de jóvenes. Su obra es solicitada y cotizada con envidia por las naciones civilizadas. España no relegará al olvido al santo y gran pedagogo de la edad moderna».
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