Mangado Alonso, María Luz. Peregrinaciones y expediciones a Tierra Santa, Egipto y Roma
Mangado Alonso, María Luz. Peregrinaciones y expediciones a Tierra Santa, Egipto y Roma
Los viajes a los santos lugares están constatados desde los primeros siglos del cristianismo, de los que ha quedado escritos numerosas crónicas de diferentes épocas. En la segunda mitad del siglo XIX, España anima la organización de algunos viajes a las tierras bíblicas en los que participan viajeros de toda la península Ibérica. A principios del siglo XX, José María Urquijo Ibarra, con la Diócesis de Vitoria, y el beneplácito Papal, da un impulso notable a las peregrinaciones organizadas hasta la Primera Guerra Mundial. En los años 20 del siglo pasado se retoman de nuevo los viajes con la participación de toda hispanoamérica.
En cada una participan más de 200 personas. Estas peregrinaciones resultan auténticas expediciones en las que participan pintores, arquitectos, fotógrafos, cronistas, religiosos, escritores, músicos entre otros; viaja la elite social de aquel tiempo. Con el apoyo del cuerpo diplomático en Jerusalén, de los prelados españoles- y más tarde hispanoamericanos- se realizaran ocho viajes en barcos de vapor durante un mes y medio o dos meses de duración. Se publican crónicas, libros y reportajes con una repercusión notable en las revistas y periódicos de su tiempo. Todo ello supuso notables intercambios entre España e Hispanoamérica y lo que se conocía como los Santos Lugares: Tierra Santa, Mesopotamia, Egipto, Turquía, Grecia, Chipre, Malta y Roma. Las peregrinaciones eran celosamente preparadas con ciclos de conferencias impartidas por expertos en historia bíblica, y publicaciones de guías. Se hicieron composiciones musicales para estos eventos y en cada viaje acudía un grupo musical, además de un organista. Estos intercambios han supuesto un excepcional legado entre Oriente y Occidente, en buena parte desconocido. En honor a estas hazañas se elevan memoriales en Israel, España e Hispanoamérica, se funda el colegio español en Jerusalén y los museos bíblicos en nuestro país. Buena parte de este legado documental, bibliográfico, fotográfico y musical se custodia en el Archivo y la Biblioteca de Capuchinos de Pamplona, gracias al apoyo de la orden a estas peregrinaciones y el apoyo desde el Vaticano de los capuchinos, el cardenal Vives y Tutó y su hermano Llavaneras, fundadores del colegio de Lecároz.