Saturnino de Legarda (Joaquín Wenceslao Ardaiz Zuasti, 1896-1970)

Joaquín Wenceslao Ardaiz Zuasti, conocido más tarde como Saturnino de Legarda, nació en el pueblo que le dio el nombre, enclavado en la vertiente sur de la Sierra del Perdón (Navarra), el 28 de septiembre de 1896. Sus padres fueron Agustín y Estefanía. Siendo todavía muy joven, pero a la edad habitual de entonces, en 1907 ingresó en el seminario capuchino de Alsasua. Allí estudió los cursos llamados “humanidades”, correspondientes a la primera etapa del bachiller civil. En esos primeros años de sus estudios fue compañero de los que posteriormente serían ilustres capuchinos por su cultura literaria y musical: los PP. Hilario Olazarán de Estella, Jorge de Riezu, Policarpo de Iráizoz, etc. En 1911 inició el noviciado en Sangüesa, donde emitió los votos temporales el 29 de septiembre de 1912. A continuación estudia los cursos de filosofía, que siempre precedían al estudio de la teología, en Fuenterrabía hasta 1915, año en que emite los votos perpetuos. Seguidamente, al igual que sus compañeros, se traslada a Pamplona para estudiar la teología en el convento llamado de Extramuros, a las orillas del Arga, emplazado en el meandro de Aranzadi. Terminados los estudios recibe la ordenación sacerdotal el 3 de abril de 1920. Sus innegables cualidades para la música lo llevaron destinado al convento de San Sebastián para hacerse cargo del órgano, pues en aquella iglesia muy frecuentada por los fieles, dedicada a Ntra. Sra. de Lourdes, se tenían cultos religiosos con mucha frecuencia. En San Sebastián es donde tuvo la oportunidad de poner los cimientos de su saber musical, estudiando armonía, composición, contrapunto y fuga con el indiscutible maestro guipuzcoano de órgano y composición don Luis Urteaga. En 1925 la obediencia le llevó a surcar el océano rumbo a Argentina. Una vez allí fue profesor durante seis años en el colegio Euskal-Etxea, propiedad de la colonia vasco-argentina, ubicado en Llavallol, a las afueras de Buenos Aires, regentado por los capuchinos. En 1931 fue trasladado al que sería su destino definitivo en Argentina hasta que volvió a España en 1964: el santuario de Ntra. Sra. de Pompeya en Buenos Aires. Aunque a lo largo de los años ejerció distintos cargos y responsabilidades, siempre con gran delicadeza y bondad, su labor más característica fue la de organista del santuario. En Buenos Aires pudo perfeccionar sus estudios musicales en el Conservatorio y en el Teatro Colón, comenzando a publicar composiciones musicales. Su primera obra, aunque con anterioridad ya había publicado algunos cuadernos de piano y cantos piadosos en la revista capuchina Zeruko Argia, fue “Lyra Sacra”, que consta de doce piezas para órgano. A partir de ese momento publicó muchas obras de carácter religioso. Una de ellas, muy popular y que describe muy bien la sensibilidad espiritual del P. Saturnino, fue la “Salve Pompeyana”, que él interpretó un sin número de veces en el santuario de la Virgen en el que servía con toda dedicación y sencillez como organista. En opinión del P. Hilario Olazarán de Estella, el P. Saturnino de Legarda es “uno de los mayores músicos navarros de este siglo, en música religiosa” y “un verdadero técnico del canto gregoriano, melodía y acompañamiento”. Los últimos años de su vida (1964-1970), que transcurrieron en España, concretamente en Logroño, y que coincidieron con la celebración del Concilio Vaticano II y con su etapa posterior, tuvo la idea de poner música a todos los nuevos textos litúrgicos oficiales (Misa y Oficio Divino). Aunque no llegó a terminar dicho proyecto, lo dejó muy avanzado. Su última obra fue precisamente la “Misa de Difuntos y Oficio Exequial”, que pudo ver editada, y llegó a tocar y cantar en la parroquia capuchina de Ntra. Sra. de Valvanera de Logroño. Colaboró frecuentemente en la revista musical Tesoro Sacro Musical. El P. Saturnino de Legarda murió en Pamplona el 3 de julio de 1970, después de haber celebrado ese mismo año las bodas de oro de su sacerdocio.