Aizpurúa, Fidel. Paz a esta Casa
En el octavo centenario de la aprobación por el papa Honorio 111 de la Regla franciscana, la que conocemos como Regla bufada, queremos leer el viejo texto salido de la mano de Francisco con una mirada de aprecio y actualización. Aprecio porque esta Regla ha sido el cobijo de generaciones de franciscanos. Y actualización, porque nuestra mirada, como no podía ser de otra manera, se hace desde el más trepidante hoy.
Desde esa perspectiva, desearíamos escuchar el latir del texto, nos gustaría tocar su fondo y captar lo más esencial del corazón de Francisco. Palabras vivas, las de la Regla, para caminos de vida. Los valores elegidos para ser iluminados por el texto se orientarán a la vida de quien aprecia a Francisco, de quien está en la órbita de lo franciscano. Las opciones carismáticas engendran responsabilidades sociales específicas. En el caso del franciscanismo tienen prioridad todas aquellas que afectan a los descartados (a los menores sociales), a la creación como sujeto de amor y, sobre todo, a los temas relativos a la paz social. Consideramos que la oferta de paz, en toda su amplitud y hondura, es lo específico de la oferta franciscana, el resultado de su elaboración
espiritual. No es solamente un derivado de su espiritualidad, sino también su núcleo.
Ahora que estamos en tiempos de acumular materiales y no sabemos, tras esta formidable crisis que sufre la vida religiosa franciscana, así como la laical, qué es lo que va a surgir, quizá la lectura social de la Regla afianza en la posibilidad de una vida cristiana no menos fraterna y más social, no menos espiritual y más allá de las tradiciones religiosas, no menos ceñida al Evangelio y más hermanada con las fatigosas sendas de lo humano. Tal vez esté más cerca que nunca de nosotros el día hermoso en que surja pujante la utopía franciscana de la fraternidad global.
* Texto tomado de contraportada