Serafín de Ausejo (1901-1982)
Anastasio Martínez Heras nació en Ausejo (Soria) el 5 de diciembre de 1901, hijo de José Martínez y Paula Heras. Siendo muy joven, fue a Sevilla en busca de empleo, entrando a trabajar en una mercería situada en la plaza del Salvador, regentada por un familiar. La proximidad de este establecimiento a la Capilla de San José produjo su frecuente contacto con los capuchinos, detonante de su vocación, que lo llevó a iniciar sus estudios en el Seminario Seráfico de Antequera en 1918. Tras tomar el hábito, en 1920, los superiores lo destinaron a Roma para que continuara sus estudios en la Universidad Gregoriana, donde se especializó en Filosofía y Teología, obteniendo el grado de doctor. Se ordenó sacerdote en Roma, el 31 de julio de 1927 y continuó su formación en Sagrada Escritura, en el Instituto Bíblico Romano, ampliando también sus conocimientos bíblicos en Alemania y Polonia. Tenía un profundo conocimiento de las lenguas clásicas, latín y griego, y de las orientales, hebreo, arameo, siriaco y árabe, que complementó más adelante con el dominio del alemán, el inglés, francés e italiano. Concretamente, el conocimiento del alemán, que adquirió durante su estancia en Münster (Westfalia), le resultaría básico para el devenir de su futuro profesional y de su labor como investigador.
En el curso 1934-1935 regresó a España incorporándose al Colegio Mayor de los Capuchinos de Sanlúcar de Barrameda como director. Igualmente, desempeñó el cargo de Lector en Sagrada Escritura. En 1937 fue elegido ministro provincial de Andalucía. En 1939 comenzó a impartir clases de griego en la Universidad de Sevilla, desarrollando también la docencia en el Seminario Diocesano de San Telmo. Se había convertido ya en uno de los máximos especialistas en España en estudios bíblicos y escriturísticos, extendiendo su actividad a otras áreas de la historia antigua. También atrajo poderosamente la atención de fray Serafín la figura del Beato Diego José de Cádiz, que abordó en distintos trabajos de corta extensión, aunque su principal aportación se produjo en 1947, cuando publicó su Reseña bibliográfica de las obras impresas del Beato Diego José de Cádiz (1743-1801).
Durante esos años fue uno de los principales impulsores de las Semanas Bíblicas Españolas. En 1954, al conmemorarse el VII Centenario de la Universidad de Salamanca, se celebró una Semana Bíblica, en la que participó integrante del panel encargado de estudiar los géneros literarios de la Biblia. Probablemente fue el propio Ausejo quien inspiró la temática de las jornadas, ya que años atrás, en 1948, publicó en la revista de Estudios Bíblicos, un artículo sobre El género literario del Eclesiastés. Su prestigio intelectual condujo a su nombramiento, en 1952, como numerario de la Real Academia Sevillana de Medicina y demás Ciencias. Su discurso de investidura versó sobre Evolucionismo y el poligenismo ante la Biblia y los documentos pontificios, donde abordó el problema del origen del hombre según los relatos bíblicos primitivos. Tres años más tarde fue recibido en la Real de Buenas Letras, con una disertación sobre El significado de “primogénito” en el evangelio y en la literatura griega de su época.
Por aquel entonces fray Serafín de Ausejo se había consolidado ya como el mayor especialista en estudios bíblicos a nivel nacional. Como consecuencia, la editorial Herder le encomendó, en 1962, una versión castellana del Diccionario Bíblico de Haag y Born, configurando una obra prácticamente nueva con sus aportaciones personales. Posteriormente los monjes de Taizé, le ofrecieron la dirección de un equipo de biblistas católicos y protestantes, para la edición de un Nuevo Testamento en versión ecuménica, destinado fundamentalmente a la América hispana. También preparó, nuevamente por encargo de la editorial Herder, la edición de una nueva Biblia. Fue esta sin duda la faceta científica de mayor importancia de Serafín de Ausejo. Además de los proyectos citados, participó en una edición de lujo en 1965, con ilustraciones de Salvador Dalí, y finalmente en 1975, vio la luz otra edición del Círculo de Lectores, en la que actuó como director, redactor, autor de las introducciones a las distintas partes, las notas, el vocabulario y los apéndices. Paralelamente a esta actividad tuvo lugar su participación en el Concilio Vaticano II. Se inició durante la III sesión del mismo, cuando fue requerido para trazar y exponer las líneas generales para el desarrollo de una versión ecuménica, en español, del Nuevo Testamento. Esta tarea como asesor bíblico culminó en la publicación de la obra, con el apoyo de los monjes de Taizé y el CELAM, con una tirada de un millón de ejemplares. En conjunto, su obra de traducción y exégesis bíblica resulta, sin duda alguna, su principal aportación científica.
Además de todas las obras reseñadas la actividad investigadora y divulgadora de fray Serafín se mantuvo de manera constante, teniendo como resultado sus aportaciones a gran cantidad de revistas. Es especialmente destacable su contribución a El Adalid Seráfico, con series de artículos que abordaban temas medulares en su trayectoria:
- Viaje a Tierra Santa: entre 1959 y 1962 fue desgranando los principales momentos de su periplo, en una serie de artículos que se articulan en a base los lugares en que fueron escritos y las vivencias que transmitieron al autor.
- Fue un hombre que entendió la biblia: entre 1972 y 1973 esbozó, bajo este título, la visión de los textos sagrados que tenía San Francisco de Asís.
- Mujeres del Nuevo Testamento: desde 1973 hasta 1976 fue pionero en el análisis del papel femenino en el N.T., a través de una serie de artículos que abordan la caracterización tanto de mujeres concretas como de grupos de ellas.
Los últimos años de su vida los pasó en el convento de Sevilla, donde falleció el 8 de julio de 1982.
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